El día 30 de octubre de 2019, la Junta de Gobierno y el equipo de priostía de la Archicofradía se citaba a las seis de la tarde en el Convento del Santo Ángel inventario en mano de los enseres que habían de trasladarse el día siguiente al Convento de las Madres Carmelitas, sito en el barrio de Santa Cruz. Nada podía quedarse atrás, todo estaba planificado, desde las ropas de los acólitos, hasta el último tornillo o herramienta necesaria; todo ello organizado por horas y portes que debían de cumplirse para así poder disfrutar de un hermoso besamanos. La interminable lista colmó de múltiples enseres la entrada trasera del Convento, a la espera de que a la mañana siguiente fueran recogidos y transportados hasta su destino.
Eran las siete y media de la mañana del día 31 de octubre, llegábamos al Convento para recoger los enseres preparados la noche antes. Dos hermanos de la Archicofradía accedían por la calle Muñóz Olivé con un vehículo para cargarlo con todo aquello que debía ser llevado al convento de las Madres. Sobre las ocho de la mañana ya esperaba otro grupo de hermanos en la plaza de Santa Cruz para descargar los enseres y dejarlos a buen recaudo en las dependencias del Convento de San José. A medida que pasaban las horas y se acercaba el medio día los nervios iban aumentando ya que justo tras la hora de comer, sería Nuestra Madre del Carmen la que sería trasladada silente, desde su casa hasta el convento de las Madres Carmelitas.
A las tres de la tarde, accedíamos desde Muñoz Olivé a la Iglesia Conventual del Santo Ángel. Allí, se procedió a bajar a la Flor del Carmelo de su altar, el Prioste procedió a retirar de sus brazos al Niño Jesús, y seguidamente las camareras y su vestidor procedieron a desvestirla y a recogerle su pelo. Ya que sería en un vehículo donde viajaría Nuestra Señora del Carmen, las camareras habían realizado un Capote para salvaguardar la Imagen; este se realizó con el traje nupcial de una hermana de la Archicofradía que decidió donarlo para tal efecto; la madre del Prioste. Una vez colocado el mismo, la imagen era estremecedora; como si de una niña se tratase. Las camareras llevaron a la Santísima Virgen hasta el presbiterio, donde aguardó la hora de ser recogida.
A las cuatro y veinte de la tarde, de nuevo por Muñoz Olivé accedía el vehículo donde sería trasladada Nuestra Amantísima Titular; en el mismo iban algunos miembros de junta, incluidos el Hermano Mayor y el Prioste.
Torneo, Resolana, María Auxiliadora, Recaredo…y Plaza de Santa Cruz. Ese fue el recorrido que realizó Nuestra Señora del Carmen, allí la esperaban varios hermanos que la portaron hasta la sacristía del Convento de San José del Carmen. Ella había llegado.
Posteriormente, marcharon a Carmona a recoger el palio de la Hermandad de Nuestro Padre, a la cual estaremos eternamente agradecidos por su colaboración desinteresada en aquel proyecto. Miembros de su equipo de priostía se trasladaron hasta Sevilla para montar in-situ el palio.
Tras un largo día de trabajo, el resultado mereció la pena.
Nuestra Señora del Carmen, abogada de las ánimas del purgatorio, se encontraba bajo palio en su besamanos de ánimas. Como abogada y defensora, se encontraba delante de las ánimas benditas, representadas por las velas de los faroles que tras de sí aparecían, en el techo de palio se representaba el cielo con estrellas y ángeles turiferarios, dejando ver de alguna forma que Ella había bajado al purgatorio para llevar al cielo a las ánimas, tal y como se nos enseña en el privilegio sabatino. Las flores; crisantemos blancos en honor a los difuntos. En las bambalinas del palio podía leerse la profecía de Simeón a la que se le añade un versículo del Evangelio de San Lucas “Y a ti misma una espada te atravesará el alma”; en este Evangelio aparece la Virgen María con su Niño, tal como nos lo muestra Nuestra Madre del Carmen. Finalizaba el conjunto una imagen de otro Titular de la Archicofradía; el Glorioso Patriarca San José.
Dos días de afluencia de hermanos, fieles y devotos que se acercaron a sus plantas para contemplar aquella imagen histórica. De los entresijos de aquella judería, multitud de turistas pasaban por la puerta del Templo de San José, puerta normalmente cerrada al público, que tan solo acostumbraba a abrir a eso de las nueve y media de la mañana para celebrar misa.
Al lado del cancel de la puerta de entrada se encontraban preparadas las andas que portarían a Nuestra Señora del Carmen de vuelta a su Sede, estas, habían sido gentilmente cedidas por la Hermandad de Santa Cruz, de la cercana localidad de Camas. En ellas la, priostía había dispuesto la peana de besamanos de la Santísima Virgen, los dos candelabros de tres luces que porta en julio en su paso procesional y una pieza simbólica, que había sido reparada; el antiguo llamador del paso, en memoria de aquellos XXV años que se celebraban.
Tras el cierre del segundo día de besamanos, en torno a las ocho de la tarde, se procedió a desmontar el besamanos.
El palio fue desmontado de nuevo por los hermanos del Silencio de Carmona, mientras, la Flor del Carmelo era cambiada de hábito en la sacristía.
Una vez todo recogido, se procedió a subir a Nuestra Señora del Carmen a las andas, y se le dispusieron algunos centros de flores, entre ellos uno donado por la Hermandad de la Sagrada Cena de Córdoba.
Amanecía en Sevilla, con un cielo algo incierto, eran las siete y media de la mañana, algunos miembros de la Junta se dirigían hacia el convento de San José del Carmen, mientras otros en el Santo Ángel preparaban el Templo para recibir a la Virgen y para la misa de acción de gracias por estos veinticinco años de historia.
A las nueve comenzaba la eucaristía en el Convento de San José del Carmen, mientras tanto, los acólitos esperaban fuera, para al término de la misa cambiarse y disponerse delante de Ella, alumbrando y perfumando su camino de vuelta a casa.
Ya siendo las diez y media de la mañana se abrían las puertas, y comenzaba el Rosario Vespertino con Nuestra Señora del Carmen, las Madres carmelitas le cantaron desde la clausura del presbiterio, despidiéndose de Ella.
El cortejo estaba formado por la Cruz Alzada de la Archicofradía, hermanos con hachetas, representaciones de la Asociación del Cristo de los Desamparados y de las Hermandades de Nuestro Padre de Carmona y del Carmen de Omnium Sanctorum, seguidas del Estandarte corporativo, presidencia, acólitos y Padres carmelitas. Cerraba el cortejo el Coro de Campanilleros de la Hermandad de la Soledad de Castilleja de la Cuesta.
Siguiendo el recorrido y el itinerario previsto, se fue poco a poco acercando a su Casa, durante el recorrido se rezó el Santo Rosario y quedaron para la historia estampas inéditas, como el paso por la calle Mateos Gago, Placentines o por la Plaza del Salvador.



Finalmente a las 12:45 horas entraba Nuestra Señora del Carmen en la Iglesia del Santo Ángel, la cual estaba repleta de hermanos, fieles y devotos, siendo así como se procedía a celebrar la Misa de Acción de Gracias por el XXV Aniversario de la reorganización. Esta fue celebrada por nuestro director espiritual, Fray Juan Dobado.


El lunes siguiente, un grupo de hermanos, desde primera hora de la mañana, se pusieron manos a la obra para devolver en primer lugar el palio a la ciudad de Carmona, para después por la tarde, a bajar a Nuestra Señora del Carmen de las andas y posteriormente a devolver las mismas a la localidad de Camas.
Nuestra Madre del Carmen ya descansaba de nuevo en su altar, y tan solo quedaban por recoger algunos detalles. En torno a las nueve de la noche del lunes día 4, extenuados, pero satisfechos por el trabajo realizado, nos marchábamos a casa.
Se ponía así punto y final a los actos del XXV Aniversario de la reorganización de la Archicofradía.
Este sueño fue posible gracias al esfuerzo y las horas de trabajo de muchos; Miguel Ángel, Vicente, Félix, Paco, Loli, Santiago, Esperanza, Daniel, David, Adrián, Alejandro, Mercedes, Lola, Ángel, Comunidades de Padres y Madres carmelitas… a todos Gracias.