
Orígenes de la Archicofradía
La Archicofradía en el Siglo XVI
En primer lugar, aunque no existían datos directos sobre la fundación, recientemente ha tenido lugar un importante hallazgo histórico de los orígenes, según el cual la Archicofradía de Nuestra Señora del Carmen del Santo Ángel ya estaba establecida en 1591, pues en esa fecha contaba con cripta propia en el mismo Templo, donde posiblemente fuera fundada entre 1587 y 1588, año de la inauguración del Convento de la Misericordia del Carmen y Santo Ángel de la Guarda. Este dato obliga a revisar la antigüedad de las Hermandades Carmelitanas, ya que la convierte en una de las más antiguas del Carmen de la ciudad de Sevilla, fundada con esta advocación desde el principio, y de las que, a pesar de diversos avatares históricos, sigue su trayectoria hasta hoy con intensa vitalidad.
El hallazgo es un contrato con los comerciantes genoveses, puntualizando que en el altar mayor se debían de poner «todos los escudos de la señoría de Génova y lo mismo podrán hacer en todo lo que ellos edificaren y que se tengan por cofrades de la Cofradía de Ntra. Sra. del Carmen que tiene la comunidad establecida». Es decir, en 1591, la Cofradía del Carmen del Santo Ángel está canónicamente erigida y con enterramiento propio. Al final no se contrató con la casa de Génova sino con la Real Audiencia de Sevilla y los Marqueses de Benamejí, como lucen sus escudos en la cúpula del templo.
La Archicofradía en el Siglo XVIII
En el siglo XVIII se sabe de su existencia, ya que aparecen datos que se refieren a ella en la documentación de la Esclavitud de San José, cuyos altares y cultos han de ponerse de acuerdo con los de dicha esclavitud (Cfr. Dobado Fernández, J., “La esclavitud de San José. Historia de una Cofradía de gloria en el Convento del Santo Ángel”, en IX Simposio sobre Hermandades de Sevilla y su Provincia, Sevilla, 2008, pp. 61-91).
Los templos de la Descalcez Carmelitana acostumbraban a tener dos imágenes del Carmen, la principal, monumental y de talla completa para el camarín principal, como la que preside actualmente, obra maestra del Cristóbal Ramos, de hacia 1780; mientras que otra imagen de candelero se destinaba a las procesiones y culto más cercano, como los cuartos domingos, etc. (Cfr. Dobado Fernández, J., Iconografía andaluza…).
La Archicofradía en el Siglo XIX
En la Cofradía hay un documento sobre la realización de un paño mortuorio en 1854, que presupone su existencia en aquella época, cuando los ritos funerarios y exequias formaban parte del ceremonial de las Corporaciones. Tras la desamortización, el capellán, P. José Mª. Campos, un frailes exclaustrado, escribe al gobernador civil para se le devuelvan los enseres de la Hermandad.
Durante el siglo XIX creció con fuerza la devoción, como lo prueba que su Novena aparece como la principal de la ciudad (así figura por ejemplo en el Boletín Diocesano de los años 1865 y 1880). Durante la etapa decimonónica, “la Orden Tercera protagoniza este auge al contar entre sus filas con personas destacadas como D. Joaquín de Urbina, cuya señora se convierte en camarera y bienhechora de la Venerada Imagen del Carmen. Suele procesionar en un pequeño paso los cuartos domingos del mes por las naves del templo, además de su Salida Procesional por las cercanas calles del templo”.
Los inventarios realizados a finales del siglo XIX identifican siempre a la cofradía con su Capilla propia, llamada “de la Portería”, con su propio inventario de imagen y enseres, reseñando todas las crónicas la espléndida Novena que celebraba los meses de julio, la más concurrida y dotada de la ciudad.
La Archicofradía en el Siglo XX
En 1904 fue reorganizada (Por eso pudo escribir el periodista Pedregal en 1949: “La Cofradía de la Virgen del Carmen es de 1904”… “No sale en procesión, pero celebra muchos cultos…”. Este dato se presta a confusión ya que la procesión consta en la tradición oral, aunque fuese por las calles cercanas al templo de la calle Rioja.
Durante la guerra civil española la imagen de la Virgen del Carmen fue ocultada en un domicilio particular, pues la Hermandad seguía subsistiendo, al menos como entidad devocional.
En 1951 el padre Ismael de Santa Teresita (buen conocedor del tema, puesto que además de pertenecer a la Orden, era director de la revista Miriam) escribe una publicación aparte, “Homenaje de Sevilla a la Virgen del Carmen en el VII centenario de su Escapulario”, donde dice lo siguiente: “Cofradía del Carmen (Iglesia del Santo Ángel, de PP. Carmelitas Descalzos). Data en su forma primitiva desde la fundación del convento en 1588 y restaurada en 1904 en que volvió a establecerse la Comunidad. En la Cofradía organizada hay 384 hermanos. En la no organizada ingresa anualmente un promedio de 1.500 nuevos cofrades del Escapulario. Celebra cultos semanales, mensuales y anuales en honor de la Virgen del Carmen. Su parte más selecta pertenece a la V.O.T. del Carmen y Santa Teresa, con un total de 150 terciarios. La Virgen del Carmen es la Patrona del Ilustre Colegio de Procuradores, que celebra su fiesta el día 16 de julio”. De este interesante bosquejo se deduce que la Cofradía tenía dos ramas paralelas, la organizada y la no organizada, sin contar que una parte podía pertenecer además a la V.O.T.
La imagen de Nuestra Señora del Carmen deja de procesionar a mediados del siglo XX. Su actividad casi cesa del todo hacia 1967, época nefasta para las asociaciones de gloria (como resultado de la defectuosa y sesgada interpretación sobre algunas directrices conciliares).
Entonces desaparecieron todo tipo de bienes y documentos, excepto un archivo de unos 300 hermanos. Gracias a este documento podemos saber que propiamente no desaparece la hermandad ya que los hermanos, la mayoría de la Orden Tercera, cuidaban del culto a la Virgen y no se dejaron de celebrar su novena y procesiones internas.
Corriendo el año 1994, después del capítulo provincial de los Carmelitas Descalzos era prior del Santo Ángel Fray José Luís Zurita Abril.
Precisamente dicho capítulo provincial había dado la orden de revitalizar o instituir las Cofradías del Carmen en los conventos, y conociendo el prior el carisma de tales corporaciones, se propuso reorganizarla, movilizando a un grupo de jóvenes que eran asiduos asistentes a los cultos de esta iglesia. Como primera providencia dispusieron una cuestación para los necesitados y procuraron localizar, mediante carta, a los antiguos cofrades de la Hermandad.
No se contaba con nada más, excepto con el entusiasmo, que ya era mucho, y así, por difícil que parezca, consiguieron sacar ya en procesión la imagen el día 17 de julio, sobre el paso que cedió generosamente la Hermandad de Gracia de Gelves. Pepe Díaz formó la cuadrilla para aquel reencuentro con los fieles. No faltó un público expectante para contemplar a la Virgen del Carmen, luciendo su belleza por las calles céntricas de la ciudad. Fue “el estreno del año” dentro del mundo cofradiero de Sevilla y así lo calificó también la prestigiosa revista Miriam, bajo el título “Flamante procesión del Carmen en Sevilla”.